“Nos presentamos a la convocatoria porque ya veníamos trabajando en vacunas orales, contra enfermedades infecciosas y veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos si valía la pena empezar algo desde acá, pero en el mundo como nosotros hay cien grupos que recién empiezan a probar, y si efectivamente logran resultados exitosos habría que ver lo que sucede con la distribución de las vacunas, para que efectivamente lleguen a nuestro país y a todo el mundo, por eso nuestro proyecto es para probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, agregó.
En estos momentos, el proyecto de los científicos argentinos se encuentra en una fase de estudios preclínicos. “Ahora estamos en la parte en donde los especialistas virólogos y de estructura de proteínas se encuentran eligiendo cuáles son las partes del virus (SARS-CoV-2) que se van a usar en la vacuna, nos queremos asegurar que tenga los antígenos de la cepa que circula en nuestra región”, precisó Cassataro.
Respecto a cómo seguirá el proceso en ese punto, la investigadora manifestó: “allí lo probaremos con diferentes adyuvantes o formulaciones en ratones para ver la inmunogenicidad, y ver cual de todos los que probamos da la respuesta que buscamos, que es encontrar anticuerpos neutralizantes del virus”.
Consultado sobre cómo ve el desarrollo de una vacuna para el coronavirus y el problema en cuanto a su producción, distribución y accesibilidad, el científico y Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Roberto Salvarezza, manifestó: “Aquí hay un tema de fondo en el desarrollo científico mundial, que es saber cómo compartimos el desarrollo científico. Desde 1949 el acceso a las tecnologías científicas es considerado un derecho humano, como lo es la salud o educación. Uno mira el tema de la vacuna como un desarrollo científico donde puede haber una patente detrás de su aparición. Pero también está el tema del acceso universal a un desarrollo tecnológico que debe ser compartido a las grandes empresas con capacidad de desarrollo de su producción”.
“Si hay solo un país, un solo productor de vacuna, ¿cuánto tiempo se va a tardar en distribuirla a todos? Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los países, se debe abordar el tema. Tenemos que compartir esa patente y que todas las farmaceúticas la obtengan para poder volver a poner en movimiento al mundo. Esta situación de crisis mundial nos pone a todos en un lugar más pobre. La vacuna del coronavirus tiene que ser un lugar y una oportunidad para discutir el tema de las patentes. Que nos lleva a otros temas de salud como los medicamentos contra el cáncer o HIV y su costo enorme que tienen. Hay que humanizar el acceso a los medicamentos y a las vacunas, porque en definitiva es el acceso a la salud”, agregó.