Mascotas | 26-03-2011

Cuando los DD HH se extienden a los animales



Si usted viera a su hijo quemar hormigas con una lente de aumento, ¿se molestaría menos que si lo encontrara torturando ratones con un cautín de soldar? ¿Qué haría si fuera una víbora? ¿Y a su hermana?



¿Khalid Shaikh Mohammed -el detenido en Guantánamo que dice haber decapitado personalmente al reportero Daniel Pearl- se merece los derechos que le negó a Pearl? ¿Cuáles? ¿Una ejecución indolora? ¿Exención de la pena capital? ¿Condiciones decentes de prisión? ¿Derecho de amparo?

Tales preguntas, al parecer sin relación entre sí, son las que surgieron a raíz de la votación en el comité ambiental del parlamento español, el mes pasado, para concederles algunos derechos a nuestros parientes biológicos más cercanos, los grandes simios: los chimpancés, los bonobos, los gorilas y los orangutanes.

El comité haría que España se adhiriera a los principios del proyecto Grandes Simios, que señala la cualidades humanas de los simios, como la capacidad de sentir miedo y alegría. Los directores del proyecto, Peter Singer, especialista en ética de Princeton, y Paola Cavalieri, filósofa italiana, consideran que los simios forman parte de la "comunidad de iguales" con los humanos.

De aprobarse el proyecto de ley, en España sería ilegal matar simios, salvo en defensa propia. Quedarían prohibidas las torturas, que abarcan los experimentos médicos, y el encarcelamiento arbitrario, como es el caso de los circos y las películas.

No se liberaría a los simios de los 300 zoológicos de España, pero se obligaría a que tuvieran mejores condiciones.

Lo que es inquietante en la medida del comité es que yuxtapone dos escalas que normalmente no permitimos que estén juntas: qué parentesco siente el hombre con qué animales y cuáles "derechos humanos" merece cada ser humano.

Nos gusta pensar que se trata de absolutos; que hay líneas claras entre humanos y animales y que algunos derechos "humanos" son inalienables. Pero nos engañamos.

Singer explicó los cálculos en los que se basa su proyecto. Dejó afuera a los simios menores, como los gibones, pues las evidencias científicas de que tengan cualidades humanas son más débiles; y exigió solo los derechos que normalmente se ofrecen a todos los hombres, como el de no ser torturado, más que, digamos, el derecho a la educación o a la atención médica.

El ADN de los chimpancés es entre 95% y 98.7% -según cómo se calcule- igual que el del hombre.




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