Agro | 05-11-2015

Agricultura fortalece vinculación entre productores y universidades



El antecedente de este tipo de iniciativas académico-estatales es el Agrovalor I, que se desarrolló en 2014 y contó con 38 proyectos aprobados que abarcan 24 universidades nacionales.



El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, a través de la secretaría de Coordinación Político-Institucional y Emergencia Agropecuaria, que encabeza Javier Rodríguez, en conjunto con el Ministerio de Educación, otorgaron $ 44.843.630 a 32 universidades públicas del país, mediante el programa Agrovalor II, con el objetivo de profundizar los lazos de colaboración mutua entre los sectores académicos y productivos.

Se presentaron 108 proyectos dirigidos a la innovación agropecuaria y agregado de valor. A través del equipo multidisciplinario de evaluación, se dispuso la admisión de 43 de ellos, entre los que se destacan los dirigidos a los complejos productivos de hortalizas y legumbres, maicero-avícola-porcino, y el lácteo.



Ejes



"Dos de los ejes estratégicos del trabajo del Ministerio son el agregado de valor en origen y el fortalecimiento a los productores de pequeña y mediana escala. Con esta convocatoria, las universidades trabajan junto con los productores en la innovación tecnológica que permite que sus producciones tengan un proceso de industrialización o agregación de valor antes de ser vendidas", destacó Rodríguez, y agregó: "Esto permite que el productor venda los productos más procesados, con más valor, y así reciba un mayor precio por lo que está produciendo".

Las universidades públicas alcanzadas por el programa comprenden todas las regiones del país: 21 proyectos en el Centro, 2 en Cuyo, 3 en el NEA, 11 en el NOA y 6 en Patagonia, y el monto máximo al que puede acceder cada casa de estudio es de $2.500.000.

Entre los sectores estratégicos que prioriza Agrovalor II se destacan: mejoramiento genético para la producción animal y vegetal; tecnologías y maquinarias para pequeños productores; eficiencia energética y energías alternativas; manejo de plagas, enfermedades y zoonosis; y producción ganadera en zonas no tradicionales.

El antecedente de este tipo de iniciativas académico-estatales es el Agrovalor I, que se desarrolló en 2014 y contó con 38 proyectos aprobados que abarcan 24 universidades nacionales. Al igual que en la segunda convocatoria, fue financiado en partes iguales por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca y el Ministerio de Educación, alcanzando la cifra total de $ 37.646.746. En aquella oportunidad, los insumos para el agro fue el complejo productivo que predominó presupuestariamente, seguido por el lácteo.

La creación de un laboratorio móvil de extracción de semen y elaboración de dosis seminales de cerdos es uno de los 38 emprendimientos productivos puestos en marcha gracias a la primera convocatoria. La Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN), conjuntamente con la Asociación de Productores de Porcinos de Tandil (Apportan), adquirió padrillos de alto valor genético, e instaló un laboratorio móvil de inseminación. Esto les permite a sus integrantes acceder, por muy bajo costo, a dosis de semen de animales que por su calidad, hoy se consiguen a precios que oscilan entre 35 mil y 50 mil pesos cada uno; inversión casi inaccesible para un pequeño productor rural. Con esta nueva genética, sus socios lograron elevar significativamente la calidad de su producción cárnica, pudiendo competir en el mercado con grandes productores, elevando la rentabilidad de su actividad.

El Médico Veterinario Fabián Amanto, docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNICEN, y director del proyecto, contó detalles del mismo: "Trabajamos junto a productores de pequeña escala de la localidad de Tandil. Con el proyecto de Agrovalor creamos un centro de inseminación artificial en producción porcina, lo que mejora el valor genético y por consiguiente la calidad de los productos."

Agregó además que "el proyecto permite que los pequeños productores sean más competitivos y tengan más rentabilidad. En condiciones naturales los pequeños productores no podrían acceder a esta alta calidad. Un padrillo común hoy tiene bajo valor; en cambio, éstos cuestan entre 35 mil y 50 mil pesos que es algo que sería casi inaccesible para cualquier productor de entre 15 y 30 cerdas madres. Además, de esta manera necesitan menos alimento y esto resulta en una mayor rentabilidad para los productores."




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